Y cuando buscas ayuda, la primera pregunta que te viene a la mente es "¿cuánta experiencia tiene?".
Es una pregunta importante, sí. Pero no es la más importante.
Hay otras 3 preguntas, que rara vez se hacen y que te dirá si un terapeuta realmente puede generar un cambio duradero en tu familia.
Te las cuento en un momento.
Antes, déjame contarte la historia de cómo un grupo de pacientes en España me enseñó la lección más valiosa de mis 7 años de carrera.
Hace años, mientras cursaba una maestría en España, trabajé en una clínica de obesidad.
Mis pacientes eran adultos muy motivados. Llegaban a terapia diciendo "quiero cambiar", "estoy listo para seguir el plan".
Pero semana tras semana, algo no cuadraba. No cumplían con los ejercicios, abandonaban la dieta. Fracasaban.
Mi primera reacción, como la de muchos terapeutas, fue pensar que debía presionarlos más, que les faltaba "fuerza de voluntad".
Pero la realidad era más profunda.
Descubrí que todos se enfrentaban a una resistencia al cambio invisible pero increíblemente poderosa.
Un paciente me confesó: "Me da vergüenza que me vean haciendo ejercicio".
Otra me dijo: "Mi familia sigue comprando la misma comida chatarra, es imposible así".
Fue una revelación.
El problema no estaba solo en ellos. Estaba en su entorno.
Fue ahí cuando descubrí la terapia sistémica familiar y entendí que para que una persona cambie, su sistema familiar también necesita herramientas y apoyo.
Ese descubrimiento es hoy el pilar de mi trabajo con adolescentes y la razón por la que mi enfoque es diferente.
Y eso nos lleva a la pregunta que de verdad importa.
Muchos terapeutas se enfocan únicamente en el adolescente.
Mi experiencia me ha demostrado que ese es un camino lento y con altas probabilidades de recaída.
La verdadera transformación ocurre cuando la familia se convierte en un equipo de sanación.
Mi método es diferente porque para mí, los padres no son espectadores, son parte activa del proceso:
Porque un adolescente no puede sanar en el mismo ambiente que lo enfermó.
Tiene que haber un cambio en la familia. Y mi trabajo es darles el mapa para lograrlo.
Ahora, hay una segunda pregunta igual de crucial, sobre todo cuando tu hijo se niega a colaborar.
Esta es la prueba de fuego del enfoque de un terapeuta.
La respuesta fácil es "hay que obligarlo". La respuesta correcta es investigar.
Cuando un adolescente me dice "vengo porque mis papás me obligan, yo no tengo un problema", mi reacción no es presionarlo.
Es preguntarle con genuina curiosidad: "Ok, cuéntame, ¿por qué crees que no lo necesitas? ¿A qué te estás resistiendo?".
Mi mayor fortaleza es la empatía para entender esas resistencias.
Quizás teme que yo sea un "soplón" de sus padres.
Quizás le da vergüenza hablar de sus sentimientos.
Quizás un terapeuta anterior lo hizo sentir incómodo.
Mi trabajo es desarmar esa resistencia con confianza, no con autoridad.
Y a veces, quienes terminan descubriendo que necesitan más la terapia son los propios padres, y eso también es una victoria.
Soy Andrea Vázquez, y mi objetivo es ser la última terapeuta que tu familia necesite.
No busco crear dependencia.
Mi meta es darles, tanto a tu hijo como a ustedes, las herramientas para que puedan navegar futuras crisis sin mí.
Mi enfoque es claro, estructurado y con un principio y un fin.
Si estás buscando a alguien que no solo escuche a tu hijo, sino que entienda y guíe a toda tu familia hacia un cambio real, estás en el lugar correcto.
Pide informes por WhatsApp. El primer paso es una conversación, no un compromiso.
¿Tienes dudas? Escríbeme por WhatsApp y agenda tu consulta