Psicólogos en Querétaro

¿Sientes que vives con un extraño en casa?

Esa pared invisible que ha levantado tu hijo.

Las puertas que se cierran, las respuestas de una sola palabra y esa irritabilidad constante que parece no tener motivo...

No es "la edad".

No es algo que "ya se le pasará".

Y sé exactamente cómo puedes empezar a derribar ese muro.

[Quiero una primera charla informativa]

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¿Te suena familiar...?

• Al preguntar "¿cómo te fue?", recibir un "bien" mientras mira el teléfono.
• Al pedirle ayuda con algo simple, un bufido y un "ya voy" que nunca llega.
• Al intentar hablar de las malas notas, la conversación termina en un portazo.
• Al ver que pasa horas y horas encerrado con los videojuegos, sintiendo que no sabes cómo llegar a él.

Cientos de padres y madres, la mayoría con hijos entre 12 y 17 años, se sienten perdidos y frustrados.

Buscan respuestas en internet, hablan con otros padres, leen libros.

Les dicen que es "normal", que es la "aborrescencia".

"No te lo tomes personal". "Dale su espacio".

Pero tu instinto te grita que algo más está pasando.

Cuando estos padres llegan a mi consulta, suelo encontrarme con tres cosas:

1: Angustia y desesperación

Se sienten incomprendidos, culpables y han perdido la esperanza de recuperar la conexión con su hijo.

2: Pérdida de la comunicación

Ni siquiera son conscientes de lo profunda que es la desconexión hasta que les hago preguntas específicas:

• ¿Cuándo fue la última vez que se rieron juntos por una tontería?
• ¿Te cuenta algo sobre sus amigos o lo que le gusta sin que tengas que interrogarlo?
• ¿Puedes entrar a su cuarto solo para conversar sin que se ponga a la defensiva?

De repente, se dan cuenta de que la relación que tenían se ha desvanecido.

3: Un muro de comportamiento

Al explorar la dinámica familiar, noto un patrón claro.

El mal humor, la rebeldía o la apatía no son el problema real, son la muralla que protege algo más profundo.

Es un mecanismo de defensa que se activa con la rutina diaria, al sentarse a comer, al hablar del futuro, al poner un límite.

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Cuando utilizo la escucha activa y las herramientas de mi consulta, suelo descubrir lo que las discusiones diarias no muestran:

• Ansiedad social que no saben cómo nombrar.
• Miedo al fracaso académico o a no encajar.
• Una profunda sensación de soledad, incluso rodeados de gente y tecnología.

Puede que no haya una "crisis" evidente, pero el problema es real y está afectando la felicidad de miles de familias.

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Soy Andrea Vázquez, psicóloga para adolescentes

Y sé lo que es sentir ese abismo con un hijo adolescente porque lo he visto en cientos de pacientes que llegan a mi consultorio.

Durante años, he visto la la frustración de los padres cuando ven a su hijo construir un muro a su alrededor.

Sus calificaciones bajan, su actitud es hostil y cada intento de acercase termina en conflicto.

Los consejos de amigos y los libros no funcionan.

Se sienten como un fracaso como padres.

Pero la respuesta llega cuando entienden algo que nadie les ha dicho.

El problema no es su "rebeldía".

El problema era una ansiedad que lo estaba devorando por dentro y que no sabía cómo expresar.

La irritabilidad y los videojuegos eran solo la coraza, su única forma de manejar un dolor que no entendía.

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Si sigues chocando contra el muro de tu hijo, es porque estás intentando derribar la puerta equivocada.

Esa revelación no solo cambió nuestra vida familiar, sino la forma en que trato a mis pacientes.

Desde entonces, he desarrollado un método que ya está ayudando a cientos de familias a reconectar con sus hijos adolescentes.